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Tendencia contra trascendencia.

5 de diciembre de 2021

Nos construimos a cada paso, en cada encuentro, en cada charla, sin que lo notemos introducimos nuevas opciones de configuración que desbloquean espacios mentales y desechan otros. Recuerdo que cuando empecé a descubrir música llegaba a casa a mostrar de todo lo que había escuchado en el día aquello que más me había gustado o que simplemente algo le encontraba. Una de tantas veces, de las pocas que aún recuerdo, mi papá no me dijo si le gustaba o no lo que le había puesto, en su lugar comenzó a darme una charla que hoy considero tiene que ver más con la elección de aquello que decidimos incorporar en nuestras vidas, con la creatividad y la creación y por qué no con el cómo queremos vivir y terminar nuestra vida.

Si nunca te has preguntado por qué te puedes acordar más de un evento que pasó en tu vida que otro, o porque te es más familiar un personaje o un actor en una película o serie aún años después de su conclusión, tal vez sea un buen momento para empezar a cuestionar cómo es que algo se queda grabado en la memoria y cómo influye en la construcción de tu individualidad. Este cuestionamiento resulta útil de aplicar en cada acción, no importa el área de desarrollo, desde planos creativos, políticos, sociales, empresariales, médicos, hasta intelectuales que deciden cuál va a ser su campo de estudio. Esa noche tras escuchar unas canciones de El Morro, mi papá comenzó su breve discurso preguntándome por cuánto tiempo iba escuchar eso, no se trato de una prohibición como podría esperarse, en su lugar me enseñó uno de los mejores criterios tanto para aceptar o desechar algo en mi vida como para aplicar en los procesos creativos o de desarrollo de proyectos en los que colaboró.

La aparición de Internet y la constante evolución de los medios sociales a través de los cuales establecemos una comunicación cada vez más global e inmediata nos ha llevado a conocer aquello que apenas unos años atrás podía pasar ignorado en nuestra vida y que hoy tan solo por saber que existe modifica, aunque sea en lo mínimo, nuestra construcción individual. Por supuesto que esto dependerá en gran medida de la aversión al cambio o a la apertura y disposición que se tiene para aprender algo nuevo y claro la capacidad de análisis y procesamiento de esa nueva data mental. Decidir escuchar a El Morro, a The Beatles o Tchaikovsky no es el punto, cada uno en sus circunstancias y contextos son maravilloso, la forma en que se incorporan en nuestras vidas si, por supuesto si el contexto es efímero la permanencia también lo será y es entonces cuándo debemos cuestionarnos qué estamos consumiendo, por qué y qué queremos hacer más adelante, a veces no tenemos idea y solemos quedamos con lo menos útil para el futuro, por supuesto el ser humano cuenta con una amplia capacidad de reacción y contamos con la maravillosa opción de cambiar de opinión.

La rapidez en las comunicaciones exigen cada vez una rápida capacidad de respuesta más rápida, la vigencia es cada vez menor y la permanencia depende de cumplir o no con los términos y condiciones de servicio. Nuestra decisión de consumo, tanto de bienes como de servicios y conocimiento, cuenta por lo tanto cada vez con una menor disponibilidad para el análisis y la reflexión, lo importante es responder, crear, lanzar, subirse al tren antes de que abandone la estación y aún así hay quienes se animan a correr detrás de él. Nuestra reflexión al incorporar algo en nuestras vidas siempre debería incluir un poco del cómo es que llegó hasta este punto desde que fue concebido o desarrollado y qué ha contribuido a que permanezcan vigentes en el tiempo, Tchaikovsky es más antiguo, y posiblemente su vigencia se mantenga por muchos años más, que The Beatles a pesar de que estos sean tocados muchas más veces en la radio, dónde El Morro fue programado hasta que dejó de tener gracia.

Pongamos el ejemplo de dos individuos que nacen y crecen cada uno en su circulo, no importa si son ricos o pobres solo es un circulo con sus limitaciones que eso implica, una de esas personas lleva una vida escuchando rock y a pesar de contar con la opción de escuchar a Motzart jamás lo hace y dice que hasta sueño le da, al lado suyo un contrabajista entregado a la música de cámara, y su pureza, condena el ruido de las guitarras distorsionadas. Pasarán su vida sin conocer ni saber siquiera de que trataba el tema ajeno y sin embargo tanto Motzart como AC/DC permanecerán animando el espíritu de miles de personas que disfrutan de la música aunque claro tal vez en algún momento sus propuestas ya no animarán y por lo tanto perderán aceptación y vigencia.

Por supuesto que, salvo algunas excepciones, nada fue concebido para trascender en el tiempo, nadie puede predecir como será el futuro a ciencia cierta, por más estudios sobre la conducta humana que existan nadie podrá decidir cuál será la decisión colectiva en el largo plazo, es cierto que cada vez desplazamos más esa línea deductiva pero el plazo sigue siendo corto para quién pretende la inmortalidad.

En un mundo donde existen cada vez más puntos por unir, las posibilidades de creación son también cada vez mayores, sin embargo existen factores que parecen concentrar la acción creadora en unas cuantas posibilidades que forman algo que llamamos tendencia. Es claro entonces que la competencia por ocupar un espacio en nuestra mente y en nuestros corazones es cada vez mayor y que el espacio disponible se va no solo reduciendo sino también endureciendo conforme avanza nuestra edad, entre más viejos somos más conservadores nos hacemos. De modo que la vigencia en el tiempo de cualquier idea, concepto, producto y hasta del conocimiento científico se ve amenazada por circunstancias que actualmente demás de generar competencia producen un discurso que contribuye a reemplazar a la trascendencia por tendencias que se reflejan en necesariamente en el comportamiento social colectivo y él como este consume, produce y reflexiona entorno a la realidad.

Dejemos entonces de perseguir tendencias y colaboremos desde nuestra individualidad para alcanzar la trascendencia colectiva. Dejemos huellas que el viento no pueda borrar tan fácil, que soporten el paso de quienes vienen detrás y por supuesto que sirvan de base para quien busque comenzar un camino nuevo. Porque no se trata de alcanzar la inmortalidad sino de reivindicar y valorar el esfuerzo de quienes nos han permitido llegar hasta este punto, sin que esto implique luchar a ciegas por su perpetuidad, permitiendo que emerjan nuevas propuestas de conocimiento, comportamiento social, uso del lenguaje, cultura, entre otros elementos cuyo desarrollo a lo largo de la historia han permitido y sostenido la constante evolución y permanencia del ser humano.

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