
Bienvenidos al 2022.
No está en mi personalidad el ser promotor de las…
Durante nuestra vida conocemos personas, ideas y teorías que pretenden explicarnos qué es la vida pero sobre todo que buscan ser la guía que indique cómo vivir la vida. Pueden ser la mamá y el papá, algún tío o fuera del núcleo familiar un amigo, en el plano espiritual están las religiones, además de todas las tendencias y cultos de reciente creación, por supuesto que los coachings entran en esta categoría, en especial aquellos que se autodenomina coaches de vida.
Una de las preguntas más frecuentas es ¿qué quieres ser en la vida? suele venir disfrazada y no presentarse de manera directa, pero pareciera que es necesario que apenas un individuo sea consciente de su existencia se le exija fijarse un objetivo con el cual podrá decir que su vida está realizada. Nuestro lado animal surge así una vez más al aceptar que formamos parte de una manada moderna, en la que no hay un macho alfa sino un conglomerado omega, asumiendo un rol participativo en el colectivo que llamamos sociedad.
Que un ser humano viva requiere mucha energía y masa, dos componentes universales que no se crean ni se destruyen, transformamos la naturaleza para poder satisfacer nuestro deseo evolutivo, es por eso se requiere justificar la existencia de cada nuevo ser que llega al mundo. A nadie se le ocurre decir durante un nacimiento, será vagabundo, y hemos condenado a la vagancia antes vista como virtud a la estantería de características no deseadas en la ciudadanía. Vagar es un desperdicio de energía en el mundo moderno que requiere cada vez más de esta porque la masa se encuentra detenida en activos comerciales o en la naturaleza de donde ha sido cada vez más difícil transformarla, ya que además de ser cada vez más escasa, su explotación se encuentra más a disposición del escudriño público.
Si no produces, no contribuyes, si no contribuyes el sistema te excluye. La producción necesariamente implica un aspecto capitalista, en la historía de la evolución humana han existido generaciones que priorizan el capital o el conocimiento, así hemos tenido, no una sino diversas, generaciones del conocimiento que han priorizado el entendimiento del mundo sobre su transformación. Hoy día pareciera que ambas generaciones, transformadas en escuelas o corrientes, conviven en simbiosis, produciendo capital con un entendimiento más responsable de la explotación del mundo y sus consecuencias, aprovechando el capital generado por la explotación desmedida para crear soluciones que atiendan y resuelvan la crisis ambiental que vive el planeta, desgraciadamente no es así. La hipocresía hace que se mezclen hasta el agua y el aceite, pero negar que gran parte del desarrollo con el que contamos ha sido gracias a actos hipócritas de individuos que buscaban un beneficio más individual que colectivo es engañarnos, en parte es por ello que requerimos cada vez más justificaciones para consumir oxigeno, justificar la existencia se ha convertido en el objetivo principal de la vida humana.
Que alguien viva por ti, es lo que te vende un coach y pocas veces lo cumple. Si nos ponemos a pensar y reflexionar un poco sobre cuál es el verdadero producto que vende un coach podremos llegar a la conclusión de que lo que está vendiendo no es más que su vida, por eso aparecen y desaparecen sin mayor trascedencia, pero al decir vida me refiero a su vida vivida, es decir, al cúmulo de experiencias que han adquirido durante su existencia. Esa falta de experiencia convierte al coach en un simple predicador, convirtiendo a los que lo siguen en un núcleo social entorno a un estilo de vida que si prolifera se convierte en tendencia y si permanece será escuela y siendo escuela por supuesto contará con amplias posibilidades de establecer las reglas de la dinámica social y comercial. Es por esta razón que las escuelas de coaching, sin una verdadera metodología para compartir tanto experiencia como conocimiento, han demeritado la profesión de los grandes iniciados a vender humo para sostener el mismo estilo de vida que se ofrece al fiel seguidor, hemos dejado de lado el conocimiento como capital para convertirlo en una herramienta de explotación comercial.
Podemos decir que nuestra vida tiene varios objetivos aprender, crear, transforma, compartir, si con todo esto construimos una misión para La Vida podemos decir que es: aprender a crear transformando responsablemente para compartir y que alguien más pueda aprender. Algo que indudablemente hemos venido haciendo como especie hace miles de años, por lo que la pregunta que debe hacerse cada generación que releva el conocimiento es ¿qué conocimiento le queremos dejar a las próximas generaciones? uno que les diga que la explotación para la acumulación individual del capital es lo ideal porque solo así podrán salvar sus vidas pagando por salud y bienestar, o uno que les muestre nuestros errores de una acumulación desproporcionada del capital sobre-explotando recursos naturales y lo que es peor al propio ser humano en desventaja. Construir un punto intermedio está en el actuar con congruencia de cada persona, el resto seguirá siendo hipocresía y en la vida lo menos que debemos ser es falsos, mentirosos e hipócritas.
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